LIMA, ene (IPS) - Los servicios de inteligencia de Perú y Argentina mantuvieron informado en tiempo real a Washington del operativo conjunto clandestino de 1980 para secuestrar y hacer desaparecer a cuatro presuntos miembros del movimiento armado peronista Montoneros, según documentos desclasificados en Estados Unidos.
El caso forma parte del proceso abierto en diciembre por la jueza italiana Luisianna Figliola, quien requirió la captura de los responsables de esta y otras acciones enmarcadas en el llamado Plan Cóndor, la coordinación de las dictaduras del Cono Sur de América en los años 70 y 80 para detener, torturar, asesinar y desaparecer personas pasando por encima de las fronteras.
Townsend B. Friedman, funcionario de la sección política de la embajada de Washington en Buenos Aires, reveló en un reporte fechado el 19 de agosto de 1980 al número dos de dicha legación diplomática, Claus H. Ruser, detalles de la operación contra los "montoneros" argentinos en Lima y su fatal desenlace.
En ese informe secreto desclasificado ahora por la institución académica independiente Archivo de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), Friedman recordó a su superior que un oficial de inteligencia argentino les entregó el 16 de junio de 1980 pormenores del operativo de Lima.
Esta fecha es clave: la acción conjunta del Batallón 601 del ejército de Argentina y del Servicio de Inteligencia del Ejército de Perú (SIE) se registró cuatro días antes y los supuestos montoneros apresados fueron entregados el 17 de ese mismo mes por los peruanos a militares bolivianos, con la presencia de los agentes argentinos.
Los hechos fueron conocidos por el gobierno de Estados Unidos cuando estaban en pleno proceso. Además, supo con anticipación que los detenidos serían eliminados.
"Un miembro del servicio de inteligencia argentino, que ha sido una fuente fiable en estos temas, le dijo a la embajada (estadounidense) que los cuatro individuos fueron detenidos en Perú, que continuarían allí hasta ser expulsados a Bolivia, donde luego serían entregados a Argentina; y una vez en Argentina serían interrogados y luego desaparecidos", reportó Friedman a Ruser.
La captura en Lima y posterior desaparición de Noemí Esther Gianetti de Molfino, quien integraba la asociación humanitaria Madres de Plaza de Mayo, María Inés Raverta y Julio César Ramírez fue una acción iniciada por el Batallón 601 a partir de la detención en Argentina de Federico Frías, quien iba a participar en Lima en una presunta reunión de con dirigentes de Montoneros.
Luego de ser torturado salvajemente, Frías es trasladado por sus captores a Perú para que les indicara nombres y direcciones de supuestos guerrilleros, según declaró un ex agente peruano que participó en la operación y cuyo testimonio aparece en el libro del periodista Ricardo Uceda, titulado "Muerte en el Pentagonito".
Según el documento desclasificado en Washington, el embajador estadounidense en Argentina de la época, Harry W. Shlaudeman, habló del caso de los "montoneros" con el entonces primer ministro, ministro de Guerra y jefe del ejército peruano, general Pedro Richter.
"El primer ministro peruano Richter Prada le dijo en julio (de 1980, un mes después de los secuestros) al embajador Shlaudeman que los argentinos habían sido expulsados a Bolivia y que a su juicio los bolivianos probablemente los entregaron a los argentinos", informó Friedman a Ruser.
"Además, (Richter) reveló al embajador Shlaudeman que había estado en contacto personal con el jefe del ejército (argentino, Leopoldo Fortunato) Galtieri, en relación a la materia", prosigue el texto.
Inmediatamente Friedman señala que "Galtieri informó que podría haber 'un interesante desarrollo' del caso a comienzos de la semana del 14 de julio. Richter sugirió al embajador Shlaudeman que el comentario de Galtieri podría referirse a la aparición con vida de los tres montoneros que los peruanos afirman haber entregado a los bolivianos".
El "interesante desarrollo" de los hechos, como se expresaba Galtieri, se conoció poco después, el 21 de julio de 1980, cuando Gianetti de Molfino, una de las secuestradas en Lima, apareció muerta en Madrid y jamás se tuvo noticias de los otros tres. Este general, hoy ya fallecido, asumió en noviembre del año siguiente la presidencia de la junta dictatorial de Argentina.
Schlaudeman mantuvo relaciones estrechas con la dictadura peruana del general Francisco Morales Bermúdez (1975-1980), como lo confirman los documentos desclasificados. Cuando se cometió la operación de secuestro de los presuntos montoneros, ya estaba en Buenos Aires.
La trayectoria de Schlaudeman es particularmente significativa. Se desempeñó como jefe de la misión estadounidense en Chile entre 1969 y 1973, lapso en el que crece electoralmente la izquierda hasta llegar al gobierno de la mano del socialista Salvador Allende (1970-1973), derrocado por un sangriento golpe militar que dio paso a 17 años de dictadura.
Luego se desempeñó como asistente del secretario de Estado para Asuntos Interamericanos hasta 1973-1975, durante la presidencia de Richard Nixon, en 1977 se hace cargo de la embajada en Perú, para pasar en 1980 a la legación en Argentina hasta 1983, cuando es recuperada la democracia en ese país. En 1992 recibió una medalla de honor de manos del presidente George Bush, padre del actual mandatario.
La operación de junio de 1980 no era la primera ni única que se hizo como producto de una coordinación entre las dictaduras de Perú y Argentina. Y Schlaudeman lo conocía.
Según otro documento secreto desclasificado, fechado el 11 de julio de 1977, este diplomático comunicó al entonces secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos, Cyrus Vance, el secuestro el 12 de abril de ese año del ciudadano argentino Carlos Alberto Maguid, asilado en Lima.
Schlaudeman le dijo a Vance que una funcionaria de Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), que era Lone Hogan, le informó que Maguid había sido apresado por los militares peruanos en coordinación con sus pares argentinos.
"El gobierno peruano, en las personas del ministro del Interior (Richter) y el hijo del presidente Morales Bermúdez negaron que cualquier dependencia del gobierno sea responsable de la desaparición", escribió Schlaudeman en un principio, para luego precisar que Hogel tenía información certera sobre el caso.
"(Basándose) en anónimas, pero aparentemente muy bien documentadas cartas, (todo indica) que Maguid fue arrestado por el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), tal vez a instancias del gobierno argentino (…) y se encuentra detenido en algún lugar del Perú", escribió Shlaudeman a su jefe, Vance.
Los casos de Maguid, así como los de Gianetti de Molfino, Raverta, Ramírez y Frías no fueron aislados, sino que formaban parte de una estrategia represiva conjunta de las dictaduras del Cono Sur de América. Así lo confirma el reporte conjunto de las embajadas estadounidenses en Argentina y Perú, del 25 de junio de 1980, redactado a la semana siguiente del secuestro en Lima.
"El incidente no es el único. En los años recientes, ha habido varios casos similares que demuestran el alto grado de cooperación entre las agencias de inteligencia y seguridad de los países de América del Sur yde su tendencia a recurrir a medios ilegales en el tratamiento de sospechosos de ser subversivos", se lee en el documento.
Sin embargo, las autoridades estadounidenses niegan haber tomado conocimiento de estas acciones de cooperación criminal cometidos como parte del Plan Cóndor. Incluso afirman que nunca escucharon dicha denominación.
En 2005, J. Patrice McSherry, profesora de la Long Island University, divulgó un revelador documento en su libro titulado "Predatory States: Operation Cóndor and Covert War in Latin America" (Estados depredadores: La Operación Cóndor y la Guerra Encubierta en América Latina").
Se trataba de un texto desclasificado suscrito por el jefe de la Oficina Regional de Seguridad (RSO, por sus siglas en inglés) de la embajada de Estados Unidos en Argentina, James B. Blynstone, en el que da cuenta a sus superiores que una fuente de la inteligencia argentina le informó del secuestro de los cuatro "montoneros" en Lima y que le advirtió que serían desaparecidos.
"Evidentemente, la RSO había recibido información sobre una importante operación secreta del Cóndor, que implicaba a los servicios de inteligencia de tres países (Argentina, Bolivia y Perú); (Blystone) era un miembro confiable del círculo íntimo de Cóndor", escribió McSherry.
La respuesta de Blystone no se hizo esperar. En enero de 2006 publicó su versión de los hechos en la revista "Foreign Service Journal", bajo el título de "The Domino Effect of Improper Declassificaton" (El efecto dominó de una desclasificación impropia).
El ex funcionario de Washington explicó que en el tiempo que estuvo en Argentina (1978-1980) (…) "tropecé con el hecho de que los servicios de seguridad argentinos estaban llevando a cabo algunas operaciones en los países vecinos".
"Pero yo no recuerdo nunca haber escuchado usar la expresión 'Operación Cóndor', allí (Buenos Aires) o en Santiago (de Chile), por ninguno de mis contactos o colegas de la embajada", afirmó.
Pero Blystone pudo preguntárselo a Shlaudeman, quien estaba perfectamente informado de la "Operación Cóndor". Lo acredita, por ejemplo, el informe que el 30 de agosto de 1976 escribió este diplomático desde Chile al entonces secretario de Estado, Henry Kissinger, sobre las características y los alcances del colectivo de inteligencia de las dictaduras del Cono Sur de América.
También hay otro documento desclasificado del 8 de octubre de 1976, que es un reporte del mismo Shlaudeman a Kissinger en el que le informa de una reunión con el coronel Manuel Contreras, el todopoderoso jefe de la hoy disuelta Dirección Nacional de Inteligencia de Chile (DINA) y verdadero cerebro del Plan Cóndor.
"Como era de esperarse, Contreras negó que la Operación Cóndor tenga otro propósito aparte que el intercambio de inteligencia".
Empero, Estados Unidos sabía que Contreras mentía. La Operación o Plan Cóndor ya había empezado su vuelo de la muerte.
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