En un bus, especialmente contratado para la ocasión, el grupo hizo el que probablemente haya sido el mismo recorrido que hicieron las víctimas hace casi 34 años en sus últimas horas. El viaje de entonces no se debe haber sentido tan largo como el de hoy.
Con la instalación de una cruz, oraciones y encendido de velas, los familiares de 22 detenidos desaparecidos de Paine pudieron, recién ayer -34 años después-, iniciar el cierre de su duelo, al visitar el sitio cercano al lago Rapel, donde sus padres, hermanos e hijos fueron acribillados en 1973 por un pelotón militar alentado por civiles que aún circulan libres en esa zona campesina.
El ministro de
En un bus, especialmente contratado para la ocasión, las familias hicieron el que probablemente haya sido el mismo recorrido que hicieron las víctimas hace casi 34 años en sus últimas horas. El viaje de entonces no se debe haber sentido tan largo como el de hoy.
Llegaron al sitio, ubicado en
El presidente de
El ministro también les confirmó que "habían encontrado osamentas de muy pequeño tamaño,
Los familiares también conversaron en el lugar con los expertos del Servicio Médico Legal, que trabajan en el sitio. "Este es el lugar donde se habría producido la ejecución masiva de nuestros 22 familiares", sostuvo Maureira. Se trata de una pequeña quebrada, en medio de cerros, donde los 22 hombres detenidos en Paine fueron obligados a bajar del camión militar que los transportaba esa noche, "diciéndoles que en ese minuto ellos iban a descansar, los pusieron de espalda en una especie de murallón grande y, en un momento determinado, los militares, puestos en diferentes lugares, que están señalizados con una pequeñas banderitas ahora, procedieron a disparar gran cantidad de armamento", precisó.
En el fondo de la quebrada también están señalizados los puntos donde se encontraron balas no percutadas. Las municiones coinciden en su tipo y data con las usadas por los uniformados del Regimiento de Infantería de San Bernardo en 1973.
En el lugar, donde hasta ayer la cifra de piezas de osamentas encontradas sumaban cerca de 20, también se hallaron trozos de telas que serán sometidos a pericias. El ministro Solís ha ido por etapas y, según dijo ayer a los familiares de las víctimas, "va hacia el lugar donde podrían encontrarse los restos".
Según la confesión de Magaña, a fines de 1978, tras el hallazgo de los primeros detenidos desaparecidos en los hornos de Lonquén, y como parte de la denominada Operación Retiro de Televisores destinada a borrar cualquier evidencia de los crímenes, los cuerpos de los 22 campesinos fueron desenterrados de la quebrada y lanzados al mar.
Sin embargo, para los familiares, nada de eso es aceptable de buenas a primeras, entre otras cosas porque recuerdan con dolor que al menos en estos casos hubo participación de civiles como Francisco Luxoro, Juan Balcazar y Claudio Oregón, quienes habrían entregado la lista a los militares con los nombres de las personas que luego hicieron desaparecer.
El primero al que sacaron de su casa fue Patricio Duque Orellana quien, según relata su esposa, Reveca Escobedo, tuvo un hijo póstumo. Desde entonces, todo lo que estas familias vivieron fue "inhumano". La patrulla siguió luego en la casa de su vecina, de donde se llevaron a Silvestre Muñoz, el esposo de Lucrecia Céspedes. Ambas, como el resto se aferran a la esperanza de que "ahora sí, estemos en el lugar adecuado y se haga justicia".
Caso Paine
Ayer, familiares de 22 detenidos la noche del 16 de octubre de 1973 acudieron a una cita con el juez Héctor Solís a la fosa cerca del Lago Rapel, donde se encontraron restos que podrían pertenecer a sus familiares. Instalaron una cruz y encendieron velas, los recuerdos volvieron a aflorar. Y no son fáciles de sobrellevar. Paine tiene un triste récord, es la localidad que más detenidos desaparecidos registra en proporción al número de sus habitantes. Pero posee además otra particularidad espeluznante: la lista de quienes debían desaparecer la confeccionaron sus propios vecinos, ex terratenientes que buscaron vengarse en los campesinos beneficiados por la reforma agraria. Allí también ocurrió una de las historias más dramáticas, a Mercedes Peñaloza le arrebataron en una sola noche a todos los varones mayores de edad de su familia: sus cuatro hijos, su yerno y el marido de su nieta mayor; seis de los 12 hombres que se llevaron del pasaje que ahora se conoce como “El callejón de las viudas”. El teniente a cargo del operativo de esa noche mintió cuando fue careado con ellas y se mantuvo en su postura hasta que su jefe, el coronel Köenig, se suicidó tras ser citado a declarar. La representante de
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