Fecha y lugar: Georgia (junio de 2007), Perú (mayo de 2007), Nepal (noviembre de 2006)
Sonido: natural, con testimonios en ruso, nepalés y español
Duración: 9'34''
Producido por: Virginie Louis
Fuente: CICR – Acceso irrestricto.
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Duración: 3'46''
En mayo de 2007, se realizó la exhumación de una fosa común en el distrito de Accormarca, Perú. Se desenterraron los restos de 62 personas, en su mayoría mujeres, mujeres embarazadas, ancianos y niños. Habían sido asesinados en agosto de 1985, en el período más intenso del conflicto entre el ejército peruano y el movimiento marxista Sendero Luminoso.
Las víctimas fueron secuestradas del poblado de Accomarca y llevadas a una casa de barro, donde fueron ejecutadas con ametralladoras y granadas. Luego, los cadáveres fueron quemados y enterrados en una fosa cercana.
El proceso de exhumación es muy lento, y el CICR está instando a las autoridades a acelerar el proceso. Además, el CICR da ayuda financiera a las familias, para que puedan visitar los sitios de exhumación. Los familiares, muchos de los cuales huyeron a Lima, la capital, durante la guerra, acampan en el sitio mientras los antropólogos del Insituto Forense nacional trabajan durante 10 días.
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El derecho a saber
En Nepal, nueve meses después del acuerdo de paz, más de 800 personas siguen desaparecidas. Unas 200 personas desaparecieron en el desfavorecido distrito rural de Bardiya, en el oeste de Nepal, cerca de la frontera con India. La mayoría de las víctimas son miembros del grupo étnico tharu, de casta baja, extranjero en la región. Cuando las hostilidades menguaron, un grupo de familias creó una asociación sobre las personas desaparecidas. Con la ayuda del CICR, el grupo llegó a convertirse en un comité de distrito que abarca a unas 200 familias y adoptó el nombre de Comité para las Víctimas del Conflicto (CVC).
Uno de los miembros del CVC tiene un hermano desaparecido. Cree que éste se encuentra detenido y exige a las autoridades que actúen: "Tener un familiar desaparecido es una pena muy grande para todos nosotros. Durante la ausencia de mi hermano, el Gobierno debería darnos alguna forma de compensación y tomar las medidas jurídicas correspondientes. Lo que nosotros pedimos, sobre todo, es que nos devuelvan a nuestro familiar".
No se trata sólo de un dolor emocional; las dificultades económicas pueden ser grandes. Muchas veces, la persona que desaparece es la que traía el sustento al hogar. Por ello, muchas familias quedan encabezadas por mujeres. Las esposas y las madres suelen vivir, entonces, en condiciones de pobreza, como describe la esposa de un hombre desaparecido: "En casa, no hay nadie que pueda trabajar. Mis hijos son pequeños y tengo que educarlos. No tenemos ingresos, nuestras dificultades económicas son grandes. Hace cinco años que desapareció mi marido, y todavía no tenemos noticias".
La situación puede volverse una pesadilla administrativa, dado que algunos países exigen que pasen años antes de declarar a una persona oficialmente fallecida o ausente. Esa demora puede parecer una eternidad, ya que los familiares no pueden seguir adelante, vender sus propiedades, volver a casarse o, simplemente, realizar el funeral.
La justicia es importante
La falta de información sobre lo que ha sucedido a un ser querido impide que los familiares hagan el duelo y sientan que pueden cerrar una historia. No saber si un allegado está vivo o muerto causa profunda angustia. Con frecuencia, lo que falta es la voluntad política de encarar el problema.
Teofilia Icha Izarbe, sobreviviente de una masacre en Accomarca, Perú, que tuvo lugar en 1985, dice: "Aunque lleve mucho tiempo revelar la verdad, quiero que las personas que asesinaron a mi madre sean llevadas ante la justicia. Mi madre era inocente, mis hermanitos que, en esa época, tenían 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8 años eran inocentes, no habían hecho nada malo. Todavía sufrimos mucho por lo que pasó". Agrega: "Después de que se hagan todos los exámenes forenses, es importante que podamos dar cristiana sepultura a mi madre, mis hermanos y mis hermanas, y también a las demás personas".
Un importante logro reciente es la adopción de la Convención de las Naciones Unidas para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas, en diciembre de 2006, un documento jurídicamente vinculante que prohíbe las desapariciones forzosas.
Es imperativo actuar
Las organizaciones internacionales cumplen un papel importante en el proceso de reconciliación, pero las autoridades nacionales son las que deben actuar para sanar las heridas. En Georgia, por ejemplo, la situación sigue estando bloqueada.
En Tbilisi y en Sukhumi, las madres de desaparecidos han construido monumentos de conmemoración donde encienden cirios por los soldados desaparecidos en combate. En las piedras han escrito los nombres de los jóvenes, con algunos espacios en blanco para las fechas de su muerte.
"El jefe de Estado anterior es responsable del hecho de que no sepamos nada sobre lo que les ha sucedido a nuestros hijos", dice Nesta Dachiberidze, madre de un desaparecido, y miembro de la Comisión estatal de Georgia encargada de la búsqueda de los combatientes perdidos en Abjazia. Añade: "El Estado no tiene los medios para ayudarnos o ayudar a la comisión. La Comisión tiene tan pocos recursos, que sólo puede realizar funerales y búsquedas, pero esto es muy poco".
Es crucial dar una respuesta a la necesidad urgente de las familias de saber lo que ha sucedido a sus parientes desaparecidos. Puede lograrse mucho si existe un compromiso a largo plazo. Puede llevar una generación, pero es fundamental perseverar y ayudar a los familiares de personas desaparecidas, que merecen una respuesta.
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